Conócenos

Los Carmelitas Descalzos queremos vivir el carisma que recibieron santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz para fundar una nueva familia religiosa unida al viejo tronco del Carmelo, los «Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo». De ellos recibimos la índole mariana y bíblica de nuestra vocación que conforman una de las más antiguas y sólidas tradiciones espirituales de la Iglesia. La Virgen María es para nosotros Madre y Patrona, ejemplo vivo de vida interior y unión con el misterio de Cristo.

Nuestro modo de vida es sencillo, totalmente centrado en lo necesario y fundamental, en lo esencial. Nace de la riquísima experiencia de Dios de Teresa de Jesús, nuestra Madre. Sus gracias místicas y su contemplación del Dios vivo y presente en la Humanidad de Cristo le llevaron a ejecutar el propósito de renovar la Orden, orientándola por completo hacia la oración y contemplación de las cosas divinas, sometiéndola al Evangelio y organizándola a base de comunidades de pocos miembros pero escogidos, a semejanza del rebaño evangélico, como un pequeño colegio de Cristo, de quienes el Señor se pueda fiar siempre y que estén dispuestos a dar la vida por él y por su causa.

Teresa de Jesús propone a la nueva familia del Carmelo una misión apostólica directa de modo que la oración, el retiro y la entrega de los hermanos redundasen en servicio de la Iglesia. Por eso contemplamos nuestro modo de vida en las personas y escritos de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, que nos invitan a encontrarnos con el Dios vivo en la Persona y Humanidad de su Hijo Jesucristo y a seguir sus pasos, imitando a la Virgen María, su Madre. Nuestra vocación es una gracia, un don de Dios totalmente inmerecido, que nos impulsa, a través de la comunión de vida, la fraternidad y el apostolado hasta la misteriosa unión con Dios. En concreto, nos sabemos llamados a la oración, que alimentamos con la Palabra de Dios y la liturgia, para vivir cada día la amistad con Dios. Ser amigos fuertes de Dios es vivir la oración como amor de unos con otros, desasimiento de todo lo criado y auténtica humildad, que es andar en verdad.

El Espíritu Santo se ha dignado conceder a nuestra familia religiosa una gran fecundidad a través de monjas y frailes de deslumbrante santidad, que son maestros espirituales de la Orden y de toda la Iglesia: santa Teresa de Lisieux, san Rafael Kalinowsky, santa Teresa de los Andres, santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), santa Isabel de la Trinidad, el beato Francisco Palau y tantos otros. Tres de ellos, los Santos Padres Teresa de Jesús y Juan de la Cruz y santa Teresa de Lisieux han sido reconocidos como Doctores de la Iglesia Universal.

Entrada del Centro de Espiritualidad

En Segovia

El convento, situado junto a la ermita de la Fuencisla, a orillas del Eresma y frente al Alcázar, que anteriormente había albergado a los Trinitarios de Santa María de Rocamador, ya había sido adquirido por los Carmelitas en 1586. San Juan de la Cruz en 1588 funda sobre este edificio su Convento de Carmelitas Descalzos. Gracias a la donación de doña Ana de Peñalosa pudieron llevarse a cabo las reformas necesarias y acondicionarlo para hacer de él un lugar más habitable. En las obras trabajó San Juan de la Cruz con sus manos. Finalmente sólo pudo ver terminadas una parte del convento y de la iglesia, pues en 1591 dejó la ciudad para no volver, pues murió ese mismo año en Úbeda. Todavía se prolongó otros nueve años más la construcción del Convento y fue el 22 de febrero de 1600 cuando se entronizó el Santísimo Sacramento en su iglesia. El terreno cuenta también con una huerta que asciende hacia las Peñas Grajeras. La Iglesia en la que reposan los restos de San Juan de la Cruz se encuentra al final de una empinada escalera que evoca la subida al monte Carmelo. El místico poeta fue prior del convento desde 1588 a 1591.

Los frailes tuvieron que dejar convento e Iglesia, tras las leyes de 1835. El convento pasó a depender del obispado. El 24 de noviembre de 1877 se restauró la vida carmelitana en este convento de Segovia. Y el 21 de julio de 1878 la propiedad de convento e Iglesia volvió a la Orden. En 1894 comenzó el noviciado en esta casa que se cerró en 1968. Durante unos años de finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo XX volvió a tener Segovia esta función de noviciado.

Actualmente el convento, además de un santuario conocido y visitado por los fieles de Segovia, es lugar de Ejercicios Espirituales y Centro de Espiritualidad. Es a partir de 1977 cuando el antiguo convento se convierte en lo que ahora es el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz. El 4 de octubre de 1982, ante el sepulcro de San Juan de la Cruz, estuvo su Santidad, el ahora canonizado Juan Pablo II, rezando y encomendándose ante el gran santo castellano.